EL ATRACTIVO DE NUESTRO TIEMPO
He aquí el gran atractivo
de nuestro tiempo:
penetrar en la más alta contemplación
y permanecer mezclado con todos,
hombre entre los hombres.
Diría aún más: perderse en la muchedumbre
para impregnarla de lo divino,
como se empapa
un trozo de pan en el vino.
Diría aún más:
participando de los designios de Dios
sobre la humanidad,
trazar sobre la multitud estelas de luz
y, al mismo tiempo, compartir con el prójimo
la injuria, el hambre, los golpes,
las breves alegrías.
Porque el atractivo
del nuestro, como el de todos los tiempos,
es lo más humano y lo más divino
que se pueda pensar,
Jesús y María:
el Verbo de Dios, hijo de un carpintero,
la Sede de la Sabiduría, ama de casa.
Chiara Lubich
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